
Me gustaría poder inventarles una historia maravillosa. Contarles cómo se agitaban las hojas de los árboles con los vientos huracanados de aquella tormenta de verano, mientras ella, absorta y hermosa, contemplaba en silencio el paisaje desde el gigantesco ventanal. Decir, por ejemplo, que las negras nubes, habían transformado en noche la calma de la tarde en cuestión de segundos y habían logrado agarrar desprevenido a más de un transeunte. Pero no, la realidad es mucho menos poética que la imaginación. Aquella tarde de verano, sólo había un vidrio sucio, una mujer hermosa y mucho por limpiar.
3 comentarios:
Lindo verdecito... se extraña esa paleta...
creo que para los lectores de su blog la realidad es lo que usted nos cuenta. me quedo con el dia lluvioso!
lo bello de lo simple
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